Aún puedo sentir tus labios suaves sobre mi agitada piel... y tu dulce voz que, como un bálsamo para mis oídos, agravaba mi estado de éxtasis...
No me cansaré de repetirlo, tu piel es muy tersa y delicada. Te amo, no tendrías que matar "a todo el mundo".
La próxima vez [oh, sí. Habrá una próxima vez y muchas más], no te librarás de mí tan fácilmente... Me dormiré en tus brazos y lo primero que veré a la mañana siguiente serán tus ojos, tus hermosos ojos, y escucharé tu voz llamándome, pronunciando mi nombre como sólo tú sabes hacerlo...
Ese... ese día sabré que mi existencia en este mundo acabó.
martes, 21 de septiembre de 2010
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