Era un día como todos, exceptuando a la enorme cáscara de nuez que se posaba en medio de la vía. Ya nadie le prestaba atención, hace ya un buen tiempo que se encontraba allí pero, una figura comenzó a acercarse, la miró, la palpó, la golpeó suavemente, hasta que se aburrió y se marchó. Luego fue el turno de otra figura la que se acercase, repitió lo mismo que la anterior y, el único cambio fue un remezón desde dentro del cascarón, pero sería... Pasados unos momentos, se aproximaban tres figuritas especiales... Especiales porque, al estar ya lo bastante cerca como para alcanzar la fruta, ésta se entreabrió, dejando ver al ocupante de aquella extraña estación. Era igual a todos los demás, la diferencia era que se alojaba en un enorme capullo de nuez.
Las tres figuritas especiales hacían sólo una visita pasajera. Y pasó el tiempo, corrían los minutos y el capullo no se movía. Llegaron también muchas más figuras a mirar tan extraño fenómeno, pero ninguna logró entrar ni ver que había dentro, tampoco que el habitante saliera de su escondite...
Hasta ahora, las figuras siguen pasando y la nuez gigante sigue donde ha estado desde que el residente la plantó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario