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El Tiempo había hecho de las suyas. Los 2 centímetros de grosor de la capa de polvo volvieron gris la fachada e interior de cierta rústica vivienda que, asolada por millares de tempestades, resistió, mas no fue cuidada ni arreglada para soportar el Golpe Final. Quizá ese no hubiese sido el Final, de no ser porque cierta pálida y larguirucha figura prestó la mínima atención a lo que moría dentro de aquella -alguna vez- estancia. Así es, en el interior más recóndito del domicilio había vida. Había. Porque poco a poco fue extinguiéndose, hasta dejar sólo las prendas que la arropaban y un montón de huesos trizados.
Así mismo, la figura ejecutora fue desvaneciéndose, para terminar igual que las demás, ausentándose por completo. Pero no dejó su tarea incompleta. ¿Cuál era su misión? La de reconstruir, debía edificar un nuevo lar en alguna otra parte, era fundamental para el I.E., por lo que dejó gestándose un fruto seco cerca de los suburbios. De esta manera los pasantes no lo molestarían.
Ya ni siquiera sé si los extraño~