Me da pena ser yo.
Debo decirlo... Antes (hace unos cuantos años), también tenía este sentimiento que, como una pequeña llamita, ardía constantemente, no quemando, pero tampoco se apagaba... Aún así me gustaba ser yo. Pensaba que, aunque estuviera la vocecita recordándome siempre quién soy, podría soportarlo y superarlo algún día.
Pero la vocecita se hizo más ruidosa, la llamita creció y el comité adquirió más poder.
Me da pena ser yo.
viernes, 30 de enero de 2015
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