De entre los arbustos, apuntaba cual depredador al acecho, atento, paciente, expectante... Trastornado. La adrenalina corría en su sangre a ciento veinte pulsaciones por minuto, zumbándole en los oídos... Hoy al fin acabaría con esa cosa. Esa cosa que le quitó su más preciado tesoro y haber, esa cosa que trinaba y cantaba tan tranquilamente, esperando la llegada quien causó todo el sufrimiento del vigilante predador.
Nada lo detendría. Esperó ese momento durante tantas lunas, llenas, nuevas, menguantes y crecientes, hasta que por fin se desharía de todo. Y de todos. Sí, nadie quedaría con vida después de ese día, estaba todo fríamente calculado.
Oyó pasos. El momento se acercaba. La excitación era cada vez mayor.
La vio llegar, con una sonrisa... Perturbadora. Sí. Algo no andaba bien, ella... "Ella debería sonreír con felicidad..." pensó él, turbado.
Sin darse cuenta, mientras articulaba su pensamiento, bajó el arma. Fue su sentencia de muerte. Para cuando quiso darse cuenta, la flecha ya le había atravesado el corazón, y la chica y el ave le miraban fijamente. "¿Por qué?" se cuestionó mientras caía. "Porque ya elegí. Y perdiste." fue la respuesta.
domingo, 20 de mayo de 2012
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