"¿Dónde quedó la niña que, teniendo sólo unos cuántos años de vida, se esforzaba en encender la luz, y apretaba el botón, y lo volvía a apretar, hasta conseguirlo...?"
"¿Dónde quedó la niña que se lanzó a caminar sin siquiera haber gateado, la que se deshacía con ahínco del seguro agarre de quien la sostuviese, para andar sobre sus propios pasos, la que se atrevía a hacer las cosas que, a su edad, eran las más peligrosas, sin miramientos...?"
"¿Dónde quedó la niña cariñosa, hospitalaria, generosa y alegre, quien, vez que te veía, corría a abrazarte, te saludaba con énfasis y emoción, te invitaba a pasar y te hablaba para hacerte sentir cómodo...?"
"¿Dónde quedó la niña valiente que se atrevía a todo, la que te alentaba cuando tus fuerzas flaqueaban, la que te obedecía cuando le mandabas quehaceres, la que sonreía desafiante ante las adversidades...?"
¿Dónde quedó esa niña?
Esa niña quedó atrapada en una orden suplicante, una orden que la beneficiaría, esa obediente niña aprovechó su momento mágico de una no muy buena manera, y con eso, se condenó. Esa niña se convirtió en otra muy distinta, se cambió los papeles con su hermana, y creó un monstruo. Esa niña perdió sus extremidades al momento de entrar en aquel recinto por primera vez, y desapareció cuando entró por segunda. Esa niña yace en el cementerio de mi conciencia, y está desesperada por salir. Esa niña... Esa niña era tan hermosa, tan llena de vitalidad y energía, tan imponente pero sin llegar a resultar aplastante, tan vigorizante... Ella era perfecta. Pero se quedó en aquella casa, con aquellas personas, en aquel año, deseando aquellas cosas... En fin. Ella murió y no volverá, ni por ti, ni por ellos, ni por ella, ni por mí.
Déjame cuidarla, para que nadie la dañe. No otra vez. No de la misma manera.
Ella murió.
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